domingo, 28 de abril de 2013

Un disparo: De la Asamblea de estudiantes al Comité de Huelga


Cuando escribo estas lineas el año escolar ya está acabando. Lo escribo unos días antes del último llamamiento a la lucha estudiantil para este curso. 9 de mayo. Huelga educativa. Otra huelga. Y como todas las huelgas tratamos de creer que “debe suponer el inicio de un nuevo periodo de movilización que permita al estudiantado alzar su voz y defender sus derechos”1. Pero esto no es nuevo, en 2009 por ejemplo las Juventudes Comunistas en su revista Agitación escribían “El objetivo es claro: hay que extender y vincular esas luchas”. La teoría la tenemos más que sabida: preparar una huela contundente, con tiempo suficiente para generar redes y conexiones entre todas las luchas existentes, que suponga un punto de inicio y no una jornada aislada. Pero la práctica dista mucho de este esquema. De hecho normalmente se preparan tantas huelgas y con tan poco tiempo que, en vez de dar fuerza a la lucha, suelen quemar a lxs activistas. Vamos de huelga en huelga pero no conseguimos generar una lucha constante y continuada.

¿Hacen falta nuevas fórmulas? En el artículo “Apunten al blanco” abría esta pregunta. Y un buen amigo me dijo que había escrito un canto a la desesperanza. Por eso este artículo: una propuesta práctica. Algo tan simple como recuperar lo clásico (la huelga) en toda su magnitud y sabiendo, al mismo tiempo, que los tiempos son otros a los de las luchas obreras del siglo pasado y que, consecuentemente, habremos de reinventar y rearticular las luchas. Una propuesta práctica:

1- Una huelga estudiantil de 5 días, de lunes a viernes.
2- No hacer durante el curso más convocatorias de huelga que no sean esta. Focalizar todo el esfuerzo del curso en esta huelga.2
3- Una buena fecha podría ser Abril. En Abril aun hay margen hasta los exámenes y ya hace buen tiempo. Tendríamos de Septiembre hasta Abril (medio año más o menos) para organizarnos.
4- En medio año hay tiempo para hacer difusión en cantidad y calidad cómo para que todo el mundo (y no solo lxs miembrxs de la comunidad educativa) sea consciente de la huelga, para tejer redes con todos los colectivos, asociaciones, sindicatos, etc. que están en lucha.

Se podría decir que es esta una propuesta de máximos. Pero quizás ya va siendo hora de apostar alto . Nos hartamos de hablar acerca de una huelga salvaje e indefinida pero no lo intentamos. ¿Ha llegado la hora de radicalizar nuestro discurso? Escribo estas lineas apenas unos días después de un fracaso para los discursos radicales. Me estoy refiriendo al 25 de Abril. Dos convocatorias importantes se dieron ese día aquí en Madrid, ciudad desde la que escribo. La jornada empezó con una huelga en el campus de Somosaguas de la UCM. En este campus, y concretamente en la facultad de políticas, están ubicados algunos de los colectivos más potentes del ámbito estudiantil (como el Aula Social Autogestionada o Contrapoder). Y creedme cuando digo que las barricadas que montan cortando la carretera no son ninguna tontería. El resultado: rector (hijo de Carrillo) y decano dieron su beneplácito para que los policías nazionales entrara en las facultades y persiguieran como buenos perros de caza a lxs estudiantes. 8 fueron lxs detenidos. Por la tarde estaba prevista la convocatoria organizada por el colectivo En Pie! llamada “Asalta el Congreso” y la asistencia no fue, ni mucho menos, masiva. La Policía barrió de lxs manifestantes de la calle.

Parece, por los ejemplos que pongo, que aun no es el momento para dar un paso adelante. Pero yo ya estoy cansado de esos discursos que tanto hablan de las “condiciones objetivas”. El momento será cuando nosotrxs queramos que sea. Las condiciones no existen per se sino que se crean. Parece que aun no es el momento... pero aunque los ejemplos puestos puedan considerarse un fracaso, han sido intentos al fin y al cabo. Es una señal de algo. En el mismo sentido empieza a dar algunos pasos la Assemblea Interuniversitària de la UV (Universitat de València) que en alguno de sus panfletos se ha declarado anticapitalista y se ha desmarcado de los sindicatos mayoritarios. Algo esta pasando y no podemos pasarlo por alto. ¿Ha llegado entonces el momento? Si lo preparamos con tiempo y esfuerzo puede que podamos decir triunfalmente que SÍ.

La propuesta es clara: dejar las Asambleas de estudiantes, cuyos objetivos y horizonte organizativo aveces es algo difuso, para reconvertirlas en Comites de Huelga que pongan su meta en una huelga de 5 cinco días. ¿Quién integrará estos Comités? Quien quiera, por supuesto, de la misma manera que las Asambleas de estudiantes son totalmente abiertas. Pero con un objetivo bien claro y definido, un objetivo decidido por nosotrxs y no uno que nos venga dado desde arriba (ya sea por la decisión de las grandes centrales sindicales o por la decisión de movilizarse como reacción a nuevas medidas gubernamentales) que nos permita marcar un camino por el que avanzar. ¿Quién integrará estos Comités? Pues no el 99%. Seamos sinceros: gente dispuesta a manifestarse mucha. Gente que dedique tiempo y energías a organizarse, muy poca. En este sentido escribe Carlos Taibo lo siguiente: El año pasado surgió ese lema de “somos el 99%”. Bueno, pues es mentira. Como lema puede tener alguna gracia, pero es una distorsión peligrosamente poco hábil. Somos una minoría, y no conviene que nos engañemos”. No escribo esto porque crea en las vanguardias (dios me libre de ello!) sino porque creo en la necesidad de generar una herramienta. Así, la huelga de 5 días que planteo no sería un fin en sí mismo sino la apertura de un tiempo y un espacio suficientes desde los que poder desbordar la misma huelga y el Comité. Esto es, un momento de excepción en que se generen espacios asamblearios masivos de toma de decisiones. Porque ya ha quedado demostrado que intentar hacer de las asambleas un órgano multitudinario a base de pegar carteles y hacer eventos facebook no funciona. En definitiva: la huelga no sólo como jornada de lucha sino como mecanismo mediante el que ampliar la conciencia organizativa y combativa, como una forma de replantear cómo estamos haciendo las cosas. Todo esto no se hace en un día. Todo esto no es fácil. Lo intentamos?



(Por supuesto, este texto no se pretende verdad absoluta. Este texto, pese a plantear un objetivo muy definido, se aventura simplemente a ser propuesta, apertura de debate. Un disparo entre tantos que se quiere compartido con todxs lxs que luchan.)




1Extraído de un panfleto de la Asamblea de Geografía e Hitoria de la UCM (Universidad Complutense de Madrid)
2No faltarán lxs que digan que esta propuesta presenta un gran fallo: las movilizaciones no pueden establecerse sin atender a la “realidad”, deben ser flexibles y adaptarse a los ataques que sufren nuestros derechos. Pondré un ejemplo: si se aprueba una nueva reforma educativa que consideramos contraria a nuestros intereses, debemos organizar automáticamente una huelga. Pero actuar de tal modo ¿no es hacerlo reactivamente dejando que sea nuestro enemigo el que marque el ritmo de las movilizaciones? Si aceptamos que toda huelga es una huelga política, entonces seremos nosotrxs lxs que podamos decidir cuando y cómo queremos luchar. Al fin y al cabo, que reduzcan nuestros derechos es una constante, el pan nuestro de cada día, así que no tenemos porqué hacer una huelga inmediatamente después de un nuevo paquete de recortes. La podemos hacer cuando queramos porque las excusas para una huelga sobran.   

lunes, 22 de abril de 2013

Poesía política? Antes activista que poeta



Aquellxs que ubicamos nuestra práctica poética en el marco de lo que tantas veces se ha etiquetado de poesía política (pese a las muchas ocasiones en que se ha explicado que poesía política es toda producción poética en la medida en que toda elección estética, ya se consciente o “inconsciente”, conlleva un posicionamiento ético) quizás deberíamos superar nuestras aspiraciones de llevar a cabo una escritura así concebida para pasar a generar una participación política que sea poética. Poética en la medida en que vaya más allá de lo creativo para convertirse en un hacer creador, es decir, que construya nuevos espacios donde las alternativas a esta realidad atroz sean factibles. Poética en la medida en que sea capaz de proyectar lo utópico al margen, y al mismo tiempo en contra de, este sistema homicida. Poética queriendo decir con esto, en resumidas cuentas, que imagine otro(s) mundo(s) posible(s) y además lo(s) haga efectivo(s).

Si nos preguntamos por dónde pasa la poesía actualmente, sin duda no podemos pasar por alto las asambleas de base en barrios, centros educativos y de trabajo, CSOAs, movimientos ciudadanos como el de la PAH o la Campaña por el cierre de los CIEs, etc. (por citar solo algunos de los múltiples ejemplos posibles). Es en estos colectivos desde done se está tratando de hacer de este mundo un lugar habitable para todxs. Esto es, un mundo bello*. Es por ello que, sin descuidar una escritura que acompañe las luchas de dichos colectivos, puede que debiéramos intensificar nuestra presencia en estos espacios en pie de guerra. En definitiva, dejar de ser poetas que participan en estos procesos para pasar a ser activistas/agitadores políticxs (a falta de un concepto más propicio) que además escriben poemas.



*Poesía: “Idealismo, lirismo, cualidad que suscita un sentimiento hondo de belleza, manifiesta o no por medio del lenguaje”

miércoles, 10 de abril de 2013

ÚLTIMO POEMA PARA JORGE BRUNETE



El reducte de l'instint també s'educa.
At Versaris.



Esto sucede. Al mismo tiempo en que el frío,
mientras se pulen las lentes.
Esto sucede sin geografía clasificada.

                                  Movimientos migratorios.

Cuando los barrios son gritos. (Y se habitan)
Cuando lo que encontramos en los árboles es la rabia.
Láminas de rabia;   triturada.      La Rabia.

Cuando el polvo se impone.
Esto sucede en el momento justo:    (aún)   Ahora.
Que se dispara la pólvora en los fogones de la cocina.
Sobre los platos sucios del fregadero.
Aquí hay un silencio que muerde.

En este momento.
Donde no hay otro.
Cuando sabemos que todo es posible.

Aunque lo necesitemos todo.




Q.

miércoles, 3 de abril de 2013

Reflexiones sobre el Slam. Contribución al debate en curso.


 A raíz de la primera Slam Poetry en Valencia celebrada el sábado pasado, día 30, se han generado una serie de discusiones, reflexiones y replanteamientos acerca de la utilidad de la poesía, los espacios donde debe manifestarse y cómo pone en juego las relaciones entre las personas. Con estos pequeños apuntes voy a tratar de expresarme, de la mejor manera posible, sobre lo que saqué en claro -es decir, todo interrogantes- de la experiencia del sábado, donde participé como público (no-votante, todo hay que decirlo).

La discusión, a mi modo de ver, se articula en la cuestión de la Slam, pero tiene que ver con problemas más “profundos”, es decir, ésos problemas que siempre andamos planteándonos aquellxs (y genero un plural inclusivo para todo aquél que quiera adherirse) que estamos convencidos que el acto de escritura, el acto poético, es una praxis vital, y como tal, vertebra una serie de estructuras y relaciones discursivas, que afectan directamente a su significación en los acontecimientos reales que ocurren, como todas las demás manifestaciones humanas. Estos problemas son varios, y a medida que se plantean cuestiones y se discuten, surgen infinitos problemas más. Pero, en cambio, me siento con la fuerza suficiente para poder enunciar una pregunta que englobaría ésta preocupación: ¿qué se le debe pedir a la poesía en los tiempos que corren?

Desde luego, como otros bloggerxs han indicado, no una asociación entre Competición y Poesía (http://elgritocapicua.blogspot.com.es/2013/03/para-que-sirve-la-poesia-reflexiones.html ); que para esto ya están las estructuras del poder, la productividad y el Ministerio de Competitividad. Desde hace tiempo, se viene apostando, desde los círculos críticos que entienden que la poesía debe dar cuenta de la realidad social y contemporánea, y no limitarse a un ejercicio de (auto)complacencia, la poesía-del-ego (que se enfada cuando no entiende que su poesía también es un hacer político), de placer individual, o una absoluta despreocupación acerca de los usos del lenguaje en el ámbito existencial y político, se viene apostando, digo, por lo poético en dos ejes fundamentales: (a) como la potencia (potentia) para crear nuevas realidades, con su base en el “encuentro” de voces y cuerpos; (b) hacer peligrar, o desordenar (E. Falcón, Las prácticas literarias del conflicto), ése entramado cultural que viene impuesto desde las estructuras socio-culturales (cuando ésta palabra da cuenta de una gran parte, por no decir la totalidad, del fenómeno humano), es decir, la poesía consciente del que no quiere seguir asesinando (y no sólo en el sentido simbólico) con sus propias (¿?) palabras. Esto es, una poesía que resista y combata; que acompañe ésos procesos sociales y movimientos que tratan de desarticular la “naturalización” del presente. Una poesía que camine junto con la transformación.

En este sentido, y en este momento, me siento obligadx a ofrecer dos apuntes. En primer lugar, con lo dicho, se hace más patente si cabe, que el modelo “Slam” como estructura espectacular, y también como espacio donde la gente pueda encontrar poesía, no parece del todo valido. No es admisible en la medida en que las fuerzas de las personas que se encuentran inmiscuidas (hasta Sebas, el propietario del Kaf-café donde se celebró esta primera Slam valenciana -gracias por tu tarea, compa-, coordinada por el agitador cultural, David Moreno) no se encuentran orientadas, desde el inicio, hacia un posible “compartir”, en su sentido más inerme y sincero, sino hacia el “valorar” (puntuar, numerar, calificar...) y el “éxito”; siendo esto así, incluso las estrategias de comunicación se convierten en tácticas para la victoria. Pero, por otro lado, ocurre que, como este mismo fin de semana se pudo comprobar, hay una poesía “viejita y regañada”, ésa que trata de colocarse al margen de lo establecido, que, precisamente por encontrarse al margen “de algo”, está en contacto con ello. Y ahí está, para mí, la gran reflexión que hay que hacerse, o que por lo menos yo me hago, a saber: si lo que ocurrió el sábado en el Kaf, y ocurrió que ganó la poesía libertaria, no fue más que un aguijonazo, necesario e impetuoso. No ganaron lxs que, en teoría, mejor recitan, ni siquiera lxs ingenuxs (que los había), o ésxs que trataron de amoldarse a la lengua oficial del Estado (bravo por tu valor); el primer y el segundo puesto fueron repartidos entre dos poetas clandestinos, invisibles, en definitiva, marginales, ésxs poet(is)as que en su día a día se plantean cómo modificar sus formas de comunicación para no seguir el juego del poder. Es decir, para mí la gran reflexión es si no hacen más falta ésxs poet(is)as locxs que, en sus contradicciones más internas, tanto en su lenguaje como en su decisión, hagan aparición en ésos formatos que andan violentando en sus versos, para tambalear, desequilibrar y transgredir, con los medios subjetivos de cada uno. Si no hacen falta más, para seguir haciendo llorar a los que fueron a ganar, como si de un combate de boxeo se tratara.

Por último, y para cerrar esta mínima aportación al debate en curso y a mis propios interrogantes, como toda experiencia de límites, y tratar lo poético como un acto desobediente y marginal lo es, tiene sus peligros. El más inquietante es la absorción, y cómo se da la absorción: con la repetición y el continuum. Cómo quebrar ésa fagocitación: llegar, gritar y salir. Escaramuzas, al menos por ahora; diciendo dos cosas antes de dejaros con mi palabrería: el Slam seguirá produciéndose, en los términos “normales” sobre cómo se concibe, seguirá repitiendo las mismas pautas, y, en última instancia, doy las gracias a David Moreno por permitir esta Slam convertida en experiencia resistente y desestabilizadora (da igual si intencionadamente o no), ojalá hayan más de ése calado. Y NOSOTRXS creo que no podemos perder de vista, lo aquí advertido, que una Slam es territorio hostil, pero que podemos ir descolonizando, que es bien diferente a instituirlo.

Q.