Aquellxs que ubicamos
nuestra práctica poética en el marco de lo que tantas veces se ha
etiquetado de poesía política (pese a las muchas ocasiones en que se ha
explicado que poesía política es toda producción poética en la
medida en que toda elección estética, ya se consciente o
“inconsciente”, conlleva un posicionamiento ético) quizás
deberíamos superar nuestras aspiraciones de llevar a cabo una
escritura así concebida para pasar a generar una participación
política que sea poética. Poética en la medida en que vaya más
allá de lo creativo para convertirse en un hacer creador, es decir,
que construya nuevos espacios donde las alternativas a esta realidad
atroz sean factibles. Poética en la medida en que sea capaz de
proyectar lo utópico al margen, y al mismo tiempo en contra de, este
sistema homicida. Poética queriendo decir con esto, en resumidas
cuentas, que imagine otro(s) mundo(s) posible(s) y además lo(s) haga
efectivo(s).
Si nos preguntamos por dónde pasa la poesía actualmente, sin duda no podemos pasar por
alto las asambleas de base en barrios, centros educativos y de
trabajo, CSOAs, movimientos ciudadanos como el de la PAH o la Campaña
por el cierre de los CIEs, etc. (por citar solo algunos de los
múltiples ejemplos posibles). Es en estos colectivos desde done se
está tratando de hacer de este mundo un lugar habitable para todxs.
Esto es, un mundo bello*. Es por ello que, sin descuidar una
escritura que acompañe las luchas de dichos colectivos, puede que
debiéramos intensificar nuestra presencia en estos espacios en pie
de guerra. En definitiva, dejar de ser poetas que participan en estos
procesos para pasar a ser activistas/agitadores políticxs (a falta
de un concepto más propicio) que además escriben poemas.
*Poesía: “Idealismo,
lirismo, cualidad que suscita un sentimiento hondo de belleza,
manifiesta o no por medio del lenguaje”
0 avisos desde la frontera:
Publicar un comentario