miércoles, 3 de abril de 2013

Reflexiones sobre el Slam. Contribución al debate en curso.


 A raíz de la primera Slam Poetry en Valencia celebrada el sábado pasado, día 30, se han generado una serie de discusiones, reflexiones y replanteamientos acerca de la utilidad de la poesía, los espacios donde debe manifestarse y cómo pone en juego las relaciones entre las personas. Con estos pequeños apuntes voy a tratar de expresarme, de la mejor manera posible, sobre lo que saqué en claro -es decir, todo interrogantes- de la experiencia del sábado, donde participé como público (no-votante, todo hay que decirlo).

La discusión, a mi modo de ver, se articula en la cuestión de la Slam, pero tiene que ver con problemas más “profundos”, es decir, ésos problemas que siempre andamos planteándonos aquellxs (y genero un plural inclusivo para todo aquél que quiera adherirse) que estamos convencidos que el acto de escritura, el acto poético, es una praxis vital, y como tal, vertebra una serie de estructuras y relaciones discursivas, que afectan directamente a su significación en los acontecimientos reales que ocurren, como todas las demás manifestaciones humanas. Estos problemas son varios, y a medida que se plantean cuestiones y se discuten, surgen infinitos problemas más. Pero, en cambio, me siento con la fuerza suficiente para poder enunciar una pregunta que englobaría ésta preocupación: ¿qué se le debe pedir a la poesía en los tiempos que corren?

Desde luego, como otros bloggerxs han indicado, no una asociación entre Competición y Poesía (http://elgritocapicua.blogspot.com.es/2013/03/para-que-sirve-la-poesia-reflexiones.html ); que para esto ya están las estructuras del poder, la productividad y el Ministerio de Competitividad. Desde hace tiempo, se viene apostando, desde los círculos críticos que entienden que la poesía debe dar cuenta de la realidad social y contemporánea, y no limitarse a un ejercicio de (auto)complacencia, la poesía-del-ego (que se enfada cuando no entiende que su poesía también es un hacer político), de placer individual, o una absoluta despreocupación acerca de los usos del lenguaje en el ámbito existencial y político, se viene apostando, digo, por lo poético en dos ejes fundamentales: (a) como la potencia (potentia) para crear nuevas realidades, con su base en el “encuentro” de voces y cuerpos; (b) hacer peligrar, o desordenar (E. Falcón, Las prácticas literarias del conflicto), ése entramado cultural que viene impuesto desde las estructuras socio-culturales (cuando ésta palabra da cuenta de una gran parte, por no decir la totalidad, del fenómeno humano), es decir, la poesía consciente del que no quiere seguir asesinando (y no sólo en el sentido simbólico) con sus propias (¿?) palabras. Esto es, una poesía que resista y combata; que acompañe ésos procesos sociales y movimientos que tratan de desarticular la “naturalización” del presente. Una poesía que camine junto con la transformación.

En este sentido, y en este momento, me siento obligadx a ofrecer dos apuntes. En primer lugar, con lo dicho, se hace más patente si cabe, que el modelo “Slam” como estructura espectacular, y también como espacio donde la gente pueda encontrar poesía, no parece del todo valido. No es admisible en la medida en que las fuerzas de las personas que se encuentran inmiscuidas (hasta Sebas, el propietario del Kaf-café donde se celebró esta primera Slam valenciana -gracias por tu tarea, compa-, coordinada por el agitador cultural, David Moreno) no se encuentran orientadas, desde el inicio, hacia un posible “compartir”, en su sentido más inerme y sincero, sino hacia el “valorar” (puntuar, numerar, calificar...) y el “éxito”; siendo esto así, incluso las estrategias de comunicación se convierten en tácticas para la victoria. Pero, por otro lado, ocurre que, como este mismo fin de semana se pudo comprobar, hay una poesía “viejita y regañada”, ésa que trata de colocarse al margen de lo establecido, que, precisamente por encontrarse al margen “de algo”, está en contacto con ello. Y ahí está, para mí, la gran reflexión que hay que hacerse, o que por lo menos yo me hago, a saber: si lo que ocurrió el sábado en el Kaf, y ocurrió que ganó la poesía libertaria, no fue más que un aguijonazo, necesario e impetuoso. No ganaron lxs que, en teoría, mejor recitan, ni siquiera lxs ingenuxs (que los había), o ésxs que trataron de amoldarse a la lengua oficial del Estado (bravo por tu valor); el primer y el segundo puesto fueron repartidos entre dos poetas clandestinos, invisibles, en definitiva, marginales, ésxs poet(is)as que en su día a día se plantean cómo modificar sus formas de comunicación para no seguir el juego del poder. Es decir, para mí la gran reflexión es si no hacen más falta ésxs poet(is)as locxs que, en sus contradicciones más internas, tanto en su lenguaje como en su decisión, hagan aparición en ésos formatos que andan violentando en sus versos, para tambalear, desequilibrar y transgredir, con los medios subjetivos de cada uno. Si no hacen falta más, para seguir haciendo llorar a los que fueron a ganar, como si de un combate de boxeo se tratara.

Por último, y para cerrar esta mínima aportación al debate en curso y a mis propios interrogantes, como toda experiencia de límites, y tratar lo poético como un acto desobediente y marginal lo es, tiene sus peligros. El más inquietante es la absorción, y cómo se da la absorción: con la repetición y el continuum. Cómo quebrar ésa fagocitación: llegar, gritar y salir. Escaramuzas, al menos por ahora; diciendo dos cosas antes de dejaros con mi palabrería: el Slam seguirá produciéndose, en los términos “normales” sobre cómo se concibe, seguirá repitiendo las mismas pautas, y, en última instancia, doy las gracias a David Moreno por permitir esta Slam convertida en experiencia resistente y desestabilizadora (da igual si intencionadamente o no), ojalá hayan más de ése calado. Y NOSOTRXS creo que no podemos perder de vista, lo aquí advertido, que una Slam es territorio hostil, pero que podemos ir descolonizando, que es bien diferente a instituirlo.

Q. 

1 avisos desde la frontera:

Jesús Ge dijo...

Gracias por colaborar al debate.
Un abrazo.

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