Ha cambiado mi dirección,
el horario de mis comidas,
mi ración de tabaco, me ha cambiado
el color de la ropa, la cara, la figura,
y hasta la luna
-tan querida aquí-
es más grande y dulce que nunca.
El olor de la tierra: perfume;
el sabor de la naturaleza: azúcar.
Como estar en la azotea de mi vieja casa
y que una estrella nueva
se clavase en mis ojos.
Mahmud Darwix
Despropósitos de la globalización
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Esta mañana en el supermercado me encontré
con unos arándanos que venían
-no me pregunten cómo-
de Sudáfrica, Perú y Zimbabue.
A pocos kilómetros del su...
Hace 4 horas

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