En una sociedad potencialmente conflictiva, como la del Antiguo Régimen, donde la violencia cotidiana, estrechamente ligada a las estructuras sociales y a las mentalidades colectivas, generaba una acumulación de tensiones en el seno de la comunidad aflorando periódicamente de múltiples maneras, las fiestas y diversiones constituían un verdadero contrapunto a la mísera existencia y a las penalidades habituales, proporcionando la oportunidad de dar salida a esa conflictividad si no de forma pacífica, al menos no-violenta, incluso lúdica, siendo un paréntesis y una forma de evasión de la realidad a la vez que una liberación emocional a nivel individual y de grupo; es evidente que las autoridades civiles y eclesiásticas, a pesar del temor a la transgresión política o religiosa que les mereciera las jornadas festivas eran conscientes de que, ante la sumisión y represión habitual la gente tenía que encontrar la manera de dar rienda suelta a sus emociones y satisfacer, de vez en cuando y aunque fuera efímeramente, sus deseos más recónditos; sin olvidar que era también un medio propagandístico para la legitimación del sistema político y de canalización de la religiosidad de las masas.
(Cultura y mentalidad en la Edad Moderna, Gloria A.Franco Rubio, página 239)
_Cambiar del Antiguo Régimen por contemporánea
_Cambiar las fiestas y diversiones por las huelgas y manifestaciones
_Cambiar las autoridades civiles y eclesiásticas por los sindicatos mayoritarios, la patronal y el gobierno
_Cambiar las jornadas festivas por las jornadas de lucha
_Cambiar religiosidad por politización
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