A Josep Sunyer, a modo de redención.
Parece que habéis descubierto
cómo succionar el tiempo y las estaciones,
sin medir por osadía
las cicatrices al momento,
lejos quedan los días en los templos
-me parece a mí-;
esta ciudad se viste de dolor de vez en cuando,
y no todo son gaviotas en botellas de plástico,
sombras orinando en los espejos;
a veces siento que no camino por aquí
mi piel es un títere:
(dijo que sólo un rato más)
dónde están los mercenarios?
qué pasará cuando no sepa tocarla, amigo?
Lo desconozco.
Me alegran vuestras noticias:
he visto vuestras caricaturas sobre el mar.
¡Salud por los borrachos que deciden olvidar!
Por lo demás no sé qué decirte.
Hace unas semanas nos crecía pólvora
en las entrañas, y hoy
tengo que acostumbrarme
a explotarme los adentros,
a no escribir más cartas de amor,
a silenciarme en el ruido.
No me canso de buscarme la sangre.
De intentar un lado más amplio en algún lugar de mi cuerpo.
(No sé si tu boca sabe a tristeza).
Ya sabes a lo que me refiero.
Recogí las cosas y me marché,
y los días comienzan a ser pérdidas.
Hay dinamita en mis pulmones. Pero no te preocupes.
Por favor, saluda por allí.
Diles que nos besaremos pronto.
Que no sé
dónde acabará
el tiempo.
1 avisos desde la frontera:
bien, bien, Enrique, por la trocha y adelante!
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